Veamos qué tenemos aquí… Una película del invitado estrella de Sanfic Paul Schrader, producida por dos grandes de Hollywood (George Lucas y Francis Ford Coppola), y musicalizada ni más ni menos que por el minimalista por excelencia Philip Glass.
Cuando semejantes nombres saltan a la vista, las expectativas se disparan. Y si a eso le sumamos la historia en sí, la del artista Mishima quien se suicida mediante el Harakiri, tenemos una bomba.
Pero qué sucede: Mishima se hace tediosa; dividida en capítulos cual más lleno de pretensión, aunque en su defensa poseedores de decorados y una apuesta de arte digna reverencias. Con escenarios plásticos que van mutando a la par con el relato. Murallas que se elevan, corren, giran… Una apuesta majestuosa. Casi rubik.


La incursión de Lucas y Coppola por lo japonés no es nueva. Cinco años antes habían producido Kagemusha: la sombra del guerrero, película de su ídolo Akira Kurosawa, y protagonizada por Tatsuya Nakadai.
Philip Glass consigue una música vertiginosa, cómplice de la locura y tormentosa como ríos de sangre. Tenemos a un Glass muy de la Trilogía Qatsi de Godfrey Reggio. Bajo mi apreciación, por lejos lo mejor de Mishima es su banda sonora. Como de costumbre, el músico minimalista nos transporta a otras dimensiones tan vertiginosas como aterrizadas.
Lamentablemente esta película es poesía -y he ahí su pecado- pues necesita mucha complicidad con la audiencia para ser digerida y disfrutada. Sólo para un público que conozca la obra o le fascine la historia de Yukio Mishima en sí, ya que sabrá perdonar el confuso y vanidoso relato; de lo contrario, hay riesgo de somnolencia.

HORARIO
- Cine Hoyts La Reina: miércoles 24 de agosto, 20:00 hrs.